domingo, 21 de marzo de 2010

Clara y Roberto

Un cuarto, 4 paredes, una cama, y todos sus anhelos yéndose al suelo, quedando en la nada y ella, quedando condenada a vivir sin ellos.


Su nombre era Clara, tenía 8 años, y era hija única con 2 padres sobreprotectores, tal vez se podría pensar que su vida era normal, pero no es así, hasta hace unos meses, tal vez lo era, pero todo cambió, cambió cuando le diagnosticaron una horrible enfermedad, una enfermedad que en cuestión de horas invadiría todo su cuerpo, sin ninguna cura posible, lo único que le quedaba era esperar, y esperar. Su madre insistía mucho, que todo saldría bien, que en cualquier momento aparecería una cura que haría que su vida volviera a ser normal, pero, Clara sabía que eso no era cierto, lo veía en su cara, su mamá no sabía mentir, sabía tan bien como ella que eso no pasaría, después de todo, Clara era una niña, con tan solo 8 años, pero no era tonta.

Desde el día en que la diagnosticaron se volvió una niña triste, sin ilusiones, sin sueños, “para que tenerlos si jamás se harían realidad” decía, el brillo que tiene cualquier niño de su edad también se había esfumado, parecía una anciana; además comenzó a vivir en el hospital, a recibir quimioterapias, que fueron haciendo que su cabello se fuera por el drenaje, fue muy triste para ella, aunque su mamá le compró una peluca eso no bastó, era una farsa, por lo tanto jamás la usó, prefirió quedarse calva, antes que vivir una mentira, de cualquier forma, no tenía mucho que esperar, pronto moriría.

Pero todo cambiaría en su mirada, un pequeño rayo de luz volvió a esta, cuando se asomó por su ventana, esta daba hacia la ventana del edificio de al lado, y vio por primera vez a aquel extraño joven que habitaba en ese lugar, su aspecto era bastante desagradable, pero esto no hizo que Clara dejara de reír al verlo, el joven parecía un fenómeno de circo, su cara se veía un poco deforme, pero esto no hacía que el mismo se viera desarreglado, al contrario, se notaba que el joven, al que Clara nombró “El deforme vanidoso”, se cuidaba mucho por su aspecto. “Pobre chico, tan feo, y tan vanidoso, eso si ha de ser traumante” Pensaba la chica entre risas. Desde ese día Clara se pasaba la mayor parte de su tiempo contemplándolo, veía al chico pasar horas frente al espejo, arreglándose por ahí, arreglándose por allá, pero, nada de ello ayudaba a mejorar su aspecto, en algunas ocasiones, incluso empeoraba, pero a Clara le sorprendió la perseverancia que tenía el gracioso personaje.

Después de mucho contemplarlo, decidió que tenía que conocerlo, que era lo que lo impulsaba a salir adelante, así que le pidió a su madre que la llevara a la casa del chico vanidoso; su madre, al principio se negó, pero fue tanta la insistencia de la niña que por fin accedió. Clara, se arregló y decidió ponerse la peluca que odiaba, y junto con su madre fueron a la casa del chico. Llegaron, tocaron la puerta varias veces, nadie abría, pero, cuando ya estaban a punto de irse, se abrió la puerta de golpe, y un joven con aspecto cansado apareció en el umbral de esta. – Que quieren, estoy ocupado! – Hola, mi nombre es Clara, y, me gustaría conocerte, puedo pasar? – Qué no escuchaste que estoy ocupado niña, largo de aquí, tengo cosas importantes que hacer – Sí, ya escuché, pero en verdad es algo que deseo mucho, por favor, permíteme pasar – Está bien niña pasa – Dijo entre dientes, a lo que Clara le pidió a su madre que esperara afuera y entró junto al fastidiado joven – Y bien niña que se te ofrece? – Cómo te llamas? – Roberto… - En verdad esperaba mucho este momento – Y bien, por qué deseas hablar conmigo? – Te he estado observando desde mi ventana, en verdad eres un joven muy perseverante, te la pasas arreglándote todo el día y no te rindes, aun sin lograr tu objetivo – Y eso que tiene de emocionante? – Es que, sabes, es grandioso ver eso, ya que, yo conozco a muchas personas, en el sitio donde vivo ahora, que se la pasan todo el día tristes, tal vez más que tu, cuando no logras lo que quieres, pensando en la muerte y en que ya no quieren sufrir, y tu no eres así, es por eso que te admiro – Dijo la niña con gran emoción.

- Sabes niña, yo no tengo nada de admirable, estoy consciente de que soy una persona en verdad horrible, nadie me quiere, le doy miedo a las personas que pasan junto a mí, todos se alejan, e incluso e intentado varias veces suicidarme, pero creo que ni la muerte me quiere – Sabes Roberto, daría lo que fuera por ser como tú, yo, si tengo muchos deseos de vivir, tengo apenas 8 años, y no creo que me queden muchos días, y tu al contrario aún tienes una vida por delante, tienes suerte, tu tal vez si sigues perseverando logres tu objetivo, por el contario yo, ya no puedo hacer nada para evitar lo que me espera – En ese momento Clara decidió quitarse su peluca, mostrándole a Roberto el producto de su enfermedad, ante esto, el joven se quedó atónito – Roberto, nunca dejes de luchar por lo que quieres, pero se que aunque eres vanidoso, en tu interior tienes muy buenos sentimientos, lo cual te vuelve una persona hermosa, que no te importe lo que te digan los demás, son personas que no saben, lo que de verdad importa en la vida, yo aún de lejos si lo he podido notar, y sabes, me alegra mucho haberte conocido, me había vuelto una niña sin ilusiones igual que todos los habitantes del hospital en el que estoy, y gracias a ti volví a ser feliz – En ese momento Clara cerró los ojos y cayó al suelo, Roberto se acercó a ella intentándola despertar, pero no tuvo éxito, llamó a la madre de Clara, y esta confirmó lo que ya se temía, Clara había muerto, pero había muerto con una sonrisa en su rostro.

Al entierro de Clara asistieron tan solo sus padres, ya que no tenía más familiares; amigos, sólo tenía a los que vivían en el hospital, pero no los dejaron asistir, tal vez el único amigo, si es que así se le podía llamar, que asistió, fue Roberto, quién se sentía de cierto modo feliz, por haber conocido aunque sea un instante a aquella niña.

Desde ese día Roberto dejó de ser vanidoso, se volvió una persona alegre, y logró hacer algunos amigos que lo querían por sus sentimientos, no por su físico, y hasta el día de hoy visita diario la tumba de Clara, aquella niña que le mostró lo que en verdad importa en la vida

sábado, 6 de marzo de 2010

Locura en la nueva escuela

Esta historia me la pidieron para una tarea en la escuela jeje

Hace no mucho tiempo que vivo en este sitio, encerrado, solo.


Mi madre murió cuando apenas tenía 11 años, era tan solo un niño, y me fui a vivir con mis abuelos, quienes murieron hace poco, así que tuve que mudarme a la casa de mi gorda y fea tía Gertrudis.

Mi madre solía decir que los cambios siempre son para bien, pero era algo en lo que no concordaba con ella, los cambios, en verdad me aterraban, pero aún así mi tía logró convencerme de que lo mejor sería que fuera a la escuela del lugar; me aterraba la idea, no porque no quisiera ir a la escuela, me gustaban mucho los estudios, matemáticas, historia, bilogía, todo, además de que ahora entraría a secundaria, lo que me aterraba, era conocer a nuevas personas, después de todo ya me había acostumbrado a la escuela de la ciudad en la que vivía con mis abuelos, en la que también me costó mucho trabajo acoplarme.

Un lunes por la mañana me levanté, desayuné unos waffles con mermelada, tomé un baño, y después de hacer todo lo acostumbrado antes de partir, tomé el autobús escolar que me llevaría a mi nueva cárcel, es decir mi nueva escuela.

Al llegar a la secundaria me recibió una mujer igual de fea y gorda que mi tía, hasta se podrían confundir, la mujer me condujo por un laberinto de pasillos hasta que llegamos a una puerta, en la que se escuchaba mucho ruido del lado contrario, entramos y había varios jóvenes de mi edad platicando gritando y corriendo por todas direcciones, mientras la maestra tan sólo leía una revista de chismes.

Al entrar la señora y yo de inmediato el ambiente se volvió silencioso y calmado, y la maestra inmediatamente guardó su revista en un cajón de su escritorio.

La maestra hizo que me presentara e hizo sentarme junto a un joven de lentes, camisa a cuadros y frenillos en los dientes.

Durante las primeras horas todo fue normal, la maestra habló sobre varios temas como la segunda guerra mundial, la fotosíntesis, la metáfora, entre otros, aunque a ratos regresaba a la lectura de su revista, jamás imaginaría lo que me esperaba a la hora del receso.

Me encontraba sentado en una banca alejada, viendo de lejos a los niños del jardín de niños jugando con carritos, y los de secundaria jugando futbol americano, cuando de repente 3 niños, al parecer de primaria se aparecieron frente a mí, los 3 tenían una sonrisa macabra y unos ojos diabólicos, me pidieron que jugara con ellos, que iba a ser divertido, yo accedí, grave error.

Mientras jugábamos canicas, entre los 3 me acorralaron y me ataron a un poste en medio del patio y comenzaron a hacer una extraña danza alrededor de mi, a la que se unieron los demás de la escuela. “Están locos” pensé intentando zafarme de aquella pesadilla que se mostraba ante mis ojos , pero todo fue en vano, risas macabras salían de aquellos seres que me rodeaban, pero de repente hubo silencio y la cuerda que me sujetaba hasta hacia unos instantes, había desaparecido, me quedé observando unos instantes a todos fijamente y salí corriendo intentando encontrar una salida, pero no encontré ninguna. Después todo se volvió obscuridad, sólo a lo lejos podía escuchar algunas voces que decían "pobre niño, está loco". Desperté en un cuarto, que estaba seguro, no era el mío, al lado de mí había un hombre que ´se movía similando el movimiento de un renacuajo, me asomé por la ventana, definitivamente no conocía aquel lugar, salí de la habitación y me encontré con una enfermera, le pregunté, en donde me encontraba... Estaba en un manicomnio... Lo sabía, los cambios no son buenos, pero ahora sólo me queda una pregunta, los locos, son los demás o soy yo?

Hombre lobo (Argumento)

Esto es tan sólo el argumento de una historia de la que me pidieron ayuda jajaja

Hombre lobo, o tal vez algo más? Como saberlo, como decidirlo, si crecí en un ambiente de hombres lobo, mi padre, y todos los que me rodearon de pequeño lo eran, pero faltaba alguien, mi madre, qué era ella? No lo sé, Seguía viva o había muerto? Tampoco lo sé. Sobre mi madre había una laguna y tenebrosa en mi mente que debía aclarar, solo sabía algo, era mi madre, y viva o muerta la tenía que encontrar.

Camino del olvido

Qué soy? Por qué estoy? Para que estoy?

Estoy, pero no estoy

Me veo, me siento

Pero no me ves, no me sientes,

Estoy viva, estoy muerta

Como saberlo en realidad?

Si viva o muerta siempre he sido un fantasma

Un fantasma que ronda el camino del olvido

viernes, 5 de marzo de 2010

El infierno de la locura (TERMINADO)


Qué es estar loco? Acaso alguien conoce lo que verdaderamente significa estar loco? Varios genios fueron llamados locos en su tiempo, porque pensaban de otra manera, ahora son considerados prácticamente héroes, tal vez sea mi caso, tal vez algún día invente algo y logre salir de este encierro, considerada una gran heroína como las que salen en los cómics o en las caricaturas, no… a quien engaño, yo jamás podría ser considerada una heroína, solo soy alguien más a quien llaman loca, solo, solo soy yo.


Pero aún me queda la duda, por qué dicen que estoy loca? En que se basan? Muchas razones me han dado, pero ninguna que tenga sentido, yo se que no estoy loca, o, tal vez si lo estoy, pero si ese es el caso me gustaría dar a conocer como es que llegué a estar en uno de estos sitios conocidos como manicomio, en el que mis padres me encerraron hace ya hace 5 largos años

Primero que nada mi nombre es Natalia y mi “problema” empezó desde que era muy pequeña.

Asistía a una escuela de monjas, la cual aparentaba ser un castillo medieval, muy reconocida de donde yo vengo, de aquellas en las que se enseña a rezar y te preparan para ser cura o monja, esto gracias a que mis padres eran muy religiosos, y eran amigos del director, que también era un cura.

Mi popularidad era terrible, era un ente invisible para todos, excepto para Marco y Antonia, mis dos amigos imaginarios, a los que tuve que crear para dejar de sentirme tan sola, en lo único que sobresalía era en el ámbito de los estudios donde siempre fui la mejor.

Los primeros años de mi vida se podrían considerar como normales, por lo menos para mi, mi vida eran los libros, me quedaba encerrada durante horas en la biblioteca, sin molestar a nadie, pero todo cambió aquel oscuro invierno.

En la escuela, durante las fiestas decembrinas, al ser la escuela un internado, dejaban que los alumnos fueran a sus casas, por lo general se quedaban varios niños además de mi., pero esa vez fui la única alumna que se quedó en todo el inmenso castillo,

Me encontraba como siempre leyendo, cuando de repente entró a la biblioteca el director, sin su sotana, cerró la puerta tras el, y se plantó frente a mi, al principio no comprendía muy bien lo que ocurría, disponía a irme, cuando descubrí que el cura había cerrado la puerta con llave, era la única forma de salir, fue aterrador lo que mis ojos divisaron al voltear hacia atrás, hacia donde se encontraba el padre, se encontraba tan sólo en ropa interior y con su cinturón en la mano. En ese momento entendí lo que el padre quería hacer por lo que golpee la puerta con todas mis fuerzas, pero nadie me escuchó, nadie me ayudó, solo podía ver a Marco y Antonia como simples espectadores ellos que podían hacer? nada, solo ver. El padre se posó detrás de mí y me golpeó con su cinturón con tal fuerza que me dejó inconsciente, ojalá me hubiera matado, pero no fue así. Al despertar, me encontraba tendida en el piso, desnuda, sin más abrigo que el suéter del uniforme que momentos antes el cura me arrancó. Cuanto pasó en ese lapso, no lo se, minutos, tal ves horas, sólo se que el asco que sentí en ese momento no lo podría describir, asco al saber que mi inocencia había sido arrancada de golpe por uno de aquellos que se dicen ser buenos y santos, el sacerdote, el sacerdote había abusado de mi.

Dos días después regresaron las actividades a aquel lugar, del que aún tengo pesadillas que no me permiten conciliar el sueño. Intenté comunicarme con mis padres, para que me sacaran de ahí, cualquier sitio era mejor que aquel, hasta mi casa, prefería escuchar las constantes paleas de mis padres y ver los golpes de mi padre para con mi madre, prefería ver eso a ver a aquel demonio que me había arrancado la vida por completo.

Les conté a mis padres lo sucedido, pero ocurrió lo que ya me temía, mis padres no me creyeron, fue aquella la primera vez que oí resonar aquella palabra que me marcaría para toda la vida “loca, como un sacerdote, un enviado de Dios podría a hacerle eso a una niña”, pero, en verdad ocurrió, yo se que ocurrió, y aquel hombre también lo sabía, aún así jamás lo admitiría, Fue en ese instante en el que dejé de hablar para siempre, o por lo menos dejé de hablar de una forma en la que las personas me entendieran, cree mi propio lenguaje, los únicos que lo sabríamos seríamos Antonia, Marco y yo.

Pero, mis padres no estuvieron muy de acuerdo con ello, creyeron que me había poseído el demonio, incluso hicieron que el mismo hombre que me había causado el mal, me diera el remedio, exorcizándome, para sacar al demonio de mí ser, pero este, se encontraba a tan solo unos pasos enfrente de mí; y aún con esta situación no deje de guardar mi ya acostumbrado silencio.

Aún así las apariciones del cura, cada vez fueron más continuas, pero nadie se daba cuenta, o por lo menos a nadie le importaba; llegó el punto en el que a mi tan corta edad pensé en el suicidio, pero no ganaba el valor suficiente para hacerlo.

Pasaron los años y esto siguió ocurriendo, pero como todo, yo llegué a mi límite. Tenía 15 años cuando recibí la última visita en mi dormitorio de aquel hombre, antes de la hora en que siempre se aparecía como fantasma a media noche, decidí poner unas cuantas gotas de un brebaje que encontré en la cocina, el cual decía, era muy tóxico, en un vaso de agua, que minutos después le daría a beber al sacerdote, quién muy desconfiado bebió aquel brebaje que por fin me liberaría, o por lo menos eso era lo que yo creía. El sacerdote después de unos cuantos segundos empezó a retorcerse y gritar, y yo comencé a reírme estrepitosamente, en verdad me sentía feliz, como nunca antes, había acabado con un enviado del demonio mismo, pensé que hasta habría alguien que me lo agradecería, por lo menos, yo estaba agradecida conmigo misma por haberme librado de ese problema, ahora mi problema sería deshacerme del cuerpo, era mucho más grande que yo, por desgracia los gritos del cura los escuchó una monja, quien entró a mi cuarto y al ver la escena comenzó a gritar, lo que atrajo la atención de todos los habitantes de la escuela, quienes se reunieron a la entrada del cuarto. Jamás me había sentido tan importante, por primera vez todos me veían como alguien, y para eso solo tuve que matar a un hijo del demonio, pero fui la única que lo vio así, después todo pasó muy rápido, me di cuenta que lo mejor sería escapar de ahí, intenté saltar por la ventana pero 2 personas me detuvieron, y todos los ahí presentes comenzaron a gritarme “loca” y “asesina”. Eran demasiadas personas ahí reunidas, más de las que mis ojos jamás habrán visto. Llegaron unos extraños de fuera, quienes me llevaron con ellos hacia un nido de ratas grandes y pequeñas y me encerraron en una jaula, supongo, eso era a lo que llaman cárcel, olía a carne en descomposición.
El primer día, las ratas gigantescas me dieron la bienvenida, me rodearon en mi jaula, y con la ayuda de algunos palos, me golpearon, eran 4, tal vez más, no las pude ver bien, yo solo gritaba, pero como siempre, nadie me escuchaba, seguía sola, ni siquiera se aparecieron Marco y Antonia, yo seguí gritando hasta que perdí la conciencia por completo. Desperté, las ratas se habían ido, pero el daño estaba hecho, tenía una cortada en la frente y algunas raspaduras, además me lastimaron un brazo.


Los demás días que estuve ahí se podrían considerar normales, comía, dormía, y no volví a recibir visitas indeseadas, perdí la noción del lapso en el que me encontré ahí, pero según lo que me dijeron mis padres, no fueron muchos días.

Salí, gracias a la ayuda de un abogado contratado por mis padres, y al estar de nuevo en aparente libertad la luz del sol me cegó y descubrí, que aún estando fuera de esa jaula, mi vida de cualquier forma era un encierro, además de que esa misma aparente libertad pronto me sería arrebatada, ya que mis papás me internaron en este lugar, en el que llevo ya más de 6 años, el cual todos conocen como manicomio.

No he vuelto a ver a Marco ni a Antonia, mis amigos, mis amigos imaginarios también me abandonaron, ahora solo tengo la compañía de las 4 paredess acolchonadas que me rodean y extrañas criaturas que salen de estas mismas, me llaman a cada momento, pero no les hago caso, no quiero que me lleven con ellas, son aterradoras, y lo peor, son de verdad, después de todo, ni en mis más oscuras pesadillas pude haber soñado criaturas tan monstruosas como estas.

Mi vida, creo no ha sido fácil, pero aún puedo decir completamente convencida que no estoy loca, yo lo sé, y algún día haré que se retracten todos los que me llamaron así; todos aquellos que me abandonaron, hasta Marco y Antonia regresarán, lo sé.

O tal vez, si lo estoy, y ni siquiera me di cuenta, si es así, entonces, la locura es un completo infierno, si tan solo, si tan solo pudiera quitarme esta camisa de fuerza, todos mis problemas acabarían, estoy segura, mi verdadera libertad, solo está en la muerte.